Al principio me parecía que no cogía
la taza igual que los demás.
Y sonrió un momento. Casi hacía daño.
Y al fin todos se levantaron hablando,
y fueron pasando despacio, al ritmo que el azar marcaba,
por muchos aposentos (hablaban y reían),
y entones la vi. Andaba tras los otros,
encogida, como alguien que dentro de muy poco
va a tener que cantar ante mucha gante;
en sus ojos claros llenos de gozo
había luz de fuera, como en un estanque.
Los siguió, y necesitó mucho tiempo,
como si aún le faltara superar algún obstáculo;
pero al mismo tiempo como si, tras algún cambio,
ya no fuese a andar más, sino a volar.
1 comentario:
Muy hermoso, la verdad, muy hermoso
Abracitos amiga
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